la vida lenta

Burne Jones: "William Morris stretching"

«William Morris stretching» (Edward Burne-Jones)

 

La vida lenta. Notes per a tres diaris (1956, 1957, 1964)  de Josep Pla plasma en breves apuntes su día a día, lo que hace, sus reflexiones, sus obsesiones, sus pequeños placeres, su forma de contemplar el mundo.

Pàgina del dia 1 de gener de 1956. Foto: Arxiu Frank Keerl Pla

Pàgina del dia 1 de gener de 1956. Foto: Arxiu Frank Keerl Pla

 

8 de juny de 1956 
El mas. Treballo una mica, després d’haver dormit suficientment. Escric fins a quarts de vuit i vaig a Palafrugell. Sento la ràdio francesa. Sopo sol a Can Miquel. El nou menjador està gairebé acabat. Ha quedat bé, gens pagès. Tertúlia amb Medir, Martinell i Matas fins a les dotze. Torno a casa i encara treballo una mica. Llegeixo fins a les set del matí. Fresqueja. Tinc gairebé fred al llit. Llegir és l’única cosa que m’apassiona, que em fa viure”.

 

Fray Luis de León, ODA A LA VIDA RETIRADA

ODA I

VIDA RETIRADA

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

Fray Luis de León

 

 

Montaigne-inscripción

«En el año de Nuestro Señor de 1571, a la edad de treinta y ocho años, víspera de las calendas de marzo, aniversario de su nacimiento, hastiado de largo tiempo atrás de la esclavitud de las cortes y de los públicos empleos, pero conservando todavía la entereza de sus facultades, se refugió Michel de Montaigne en el regazo de las doctas vírgenes, en medio de la seguridad y la calma, para vivir así el tiempo que le quedaba de vida, consagrando al reposo y a la libertad el agradable y sosegado aposento herencia de sus antepasados».

Michel de Montaigne hizo escribir estas palabras sobre la chimenea que había en la biblioteca circular de la torre que heredó de sus antepasados, a la que se retiró a la edad de treinta y ocho años para vivir el tiempo que le quedaba de vida consagrado al reposo, a la libertad, a la reflexión y a la escritura de sus Ensayos.