Un mundo menos peor

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Una película, que se ve bien, sobre la memoria y el olvido, cuya principal virtud es su título. Es tremendamente presuntuoso, además de inútil, pretender luchar por un mundo mejor, pero, al menos, podemos intentar vivir de forma que sea menos peor…

Y sería menos peor si para su estreno en España no hubieran cambiado el título por el penoso: «Todo el bien del mundo». ¡Qué horror! ¿Qué le parecerá a Alejandro Agresti tamaña barbaridad?

Los hermosos años del castigo

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Fleur Jaeggy, Los hermosos años del castigo, Traducción de Juana Bignozzi, Tusquets, 2009

«Duración de la lectura: aproximadamente cuatro horas. Duración del recuerdo, y de la autora: el resto de la vida.»

Iosif Brodsky, sobre Los hermosos años del castigo

 

«A los catorce años yo era alumna de un internado de Appenzell. El lugar por el que Robert Walser había dado muchos paseos cuando estaba emn el manicomio, en Herisau, no lejos de nuestro instituto. Murió en la nieve. Hay fotografías que muestran sus huellas y la posición del cuerpo en la nieve. Nosotras no conocíamos al escritor. Ni siquiera nuestra profesora de literatura lo conocía.»

Así comienza esta condensadísima novela autobiográfica de Fleur Jaeggy. Robert Walser está presente desde el comienzo y a lo largo de toda la obra. No sólo porque el Bausler Institut recuerda tanto al Instituto Benjamenta de Jakob von Gunten. No sólo porque se encuentra cerca de donde Walser murió. No sólo porque Walser es mencionado explícitamente. Walser sobrevuela el texto continuamente, porque el estilo, la forma de escribir de Jaeggy, tiene bastante que ver con Walser.

«Este libro se desarrolla –es un decir- en el ambiente severo y claustrofóbico de un internado para jovencitas de buena familia en Appenzell, en la Suiza alemana, años 50. Que el libro se desarrolla es sumamente discutible, ya que en el retrógrado Bausler Institut de Appenzell nada en realidad se mueve, nada se agita. Y ya no sólo eso, sino que la gélida educación para futuras amas de casa perfectas –perfección y locura están relacionadas, piensa Jaeggy- parece encogerlo  todo,  incluidos  los  sueños.» (Enrique Vila-Matas)

«Los hermosos años del castigo es una nouvelle, ese género tan adecuado para los tiempos veloces que corren, y trata de las fronteras: las que separan la cordura de la locura, la belleza del horror, el cautiverio de la entrega, la crueldad de la rigidez. Esas fronteras, las más difuminadas, las menos ciertas, las de la duda. Una joya.» (Flavia Company)

Bibliografía:

María del Pilar Soria, «Señas de identidad en la obra de Fleur Jaeggy»

Estudio de mujeres (c. 1887) de Fernand Khnopff, sanguina sobre papel

Estudio de mujeres (c. 1887) de Fernand Khnopff, sanguina sobre papel

«Pero perseveraba en el placer de llegar hasta el fondo de la tristeza, como en un despecho. El placer del desasosiego. No me resultaba nuevo. Lo apreciaba desde que tenía ocho años, interna en el primer colegio, religioso. Y pensaba que a lo mejor habían sido los años más bellos. Los años del castigo. Hay una exaltación, ligera pero constante, en los años del castigo, en los hermosos años del castigo.» (p. 85)

El desierto

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Gustave Guillaumet - “El desierto” (1867, óleo sobre lienzo, 110 x 200 cm, Museo d’Orsay, París)

Gustave Guillaumet – “El desierto” (1867, óleo sobre lienzo, 110 x 200 cm, Museo d’Orsay, París)

«Diuen que el desert és indispensable en tot itinerari cap al cor d’un mateix. I és veritat: el silenci i el retraïment ens alliberen de tot el que hem après abans i ens ajuden a esbrinar l’essència de les coses. El que vulgui escoltar-se a si mateix, el que vulgui tenir la imatge autèntica de les sensacions, ha de fer callar totes les veus i tots els sorolls.»

Nicolás Valle, Ubuntu. Estimada terra africana, p. 19

África

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Fotografía de Sebastiao Salgado

Fotografía de Sebastiao Salgado

«Vaig escollir Àfrica per a la meva fugida perquè allà, entre la floresta i el desert, no resideix cap memòria. No hi ha pistes que em recordin el país que deixo enrere i en aquella terra els meus fantasmes no tenen prou poders ni prou força per despertar-me i robar el meu geni personal. A l’Àfrica no hi ha pedres velles, ni grans muralles ni palaus mil-lenaris, res no és més antic que l’alè del vent i la fibra de la fulla de palma. Terra que fa olor de terra, cel que té color de cel i un mar paradigma de tots els oceans. Vivim en societats sense transcendència, vivim en sistemes de vida organizats que fabriquen homes i dones ansiosos, plens de pànic, enganxats de manera tèrbola a històries d’amor sovint doloroses i a històries de sexe sovint degradants, autòmats d’un deure. Àfrica, en canvi, transcendeix a cada paraula emprada per descriure-la: amor, gelosia, intrigues, bogeria, mort, esperances, mite; de tot això, n’hi ha de sobres en els contes africans, relats que conviden a llegir-los fins al final. Àfrica és una espècie de forat negre en la nostra psique. Només capta la nostra atenció quan parlem de guerres, fam, corrupció, despotisme, odi religiós, sida i desesperació. Però és també el continent de l’esperança i de la il-lusió. A cada racó, a cada cantonada de Lagos, Conakry o Lusaka, una cançó parla de la satisfacció de viure i de la confiança en el futur. Només cal parar a cada placeta de poblat o a la porta de cada col-legi. Els nens africans somriuen, conscients que, malgrat tot, malgrat totes les penúries, la vida no té altre remei que plegar-se davant d’ells per recompensar-los.»

Nicolás Valle, Ubuntu. Estimada terra africana, p. 15-16

campechanos

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«Ellos son sencillos, campechanos, lo cual constituye una manera de ser cuando se tiene todo. Se es indulgente. De una indulgencia mordaz.»

Fleur Jaeggy, Proleterka, p. 23

pensamientos

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«los pensamientos caen en nuestra mente cuando tenemos la certeza de no estar pensando»

Fleur Jaeggy, Proleterka, p. 22

prisioneros del bien

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«Es por mi bien. Una frase venenosa. Pero no suena mal. Sé que esa frase jamás ha sido de buen agüero… Habría que protegerse cuando se escuchan semejantes dictados. Cuando se es presa del bien. Prisioneros del bien. El bien del pueblo. Frases propias del régimen.»

Fleur Jaeggy, Proleterka, p. 45

Os Verdes Anos

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Os Verdes Anos

La ciudad es la promesa de la modernidad, la ilusión del progreso y de la felicidad… La ciudad invade y destruye, atrae y aniquila porque ofrece ilusiones de prosperidad y de felicidad. Pero sólo son ilusiones…

Rita Bastos, «Entre lo rural y lo urbano«

Proleterka

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Fleur Jaeggy, Proleterka, Traducción de Mª Ángeles Cabré, Tusquets, 2004

«Fleur Jaeggy va siempre a lo esencial y, como si tuviera bien aprendida la involuntaria lección de Kafka, consigue muchas veces en una sola página, y a veces en una sola línea, que se haga visible de golpe, a modo de repentina revelación, la estructura desnuda de la verdad. Ese pavoroso desvelamiento siempre llega acompañado de la inevitable crueldad, jamás desligada de la rutinaria, aunque secreta, vida de la verdad. » (Enrique Vila-Matas)

En alguna ocasión la autora dijo que «una cierta glacialidad también revela sentimientos». Sólo he tenido que leer unas pocas páginas de esta breve novela para comprobar que efectivamente esto puede ser cierto. No necesita de muchas palabras, ni de elaboradas imágenes, ni de complicadas frases para expresar complejos sentimientos. El lenguage de Fleur Jaeggy es lenguaje destilado en un alambique. Compone haikus encadenados en forma de novela.

Reseña de Daniel Cabrera

 

contra la propiedad intelectual

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LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

Manuel Machado

¿Dónde estoy?

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