El impostor

29/06/2017 Comentarios desactivados en El impostor

Javier Cercas, El impostor, Debolsillo, 2016

O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
que chega a fingir que é dor
a dor que deveras sente.
E os que lêem o que escreve,
na dor lida sentem bem,
não as duas que ele teve,
mas só a que eles não têm.
E assim nas calhas de roda
gira, a entreter a razão,
esse comboio de corda
que se chama coração.

Fernando Pessoa, Autopsicografia

En las primeras páginas del libro, Cercas nos confiesa que el personaje de Marco no le parecía fascinante sólo por sí mismo, sino por lo que revelaba de los demás, como si todos tuviésemos algo de Marco, es decir, como si todos fuésemos un poco impostores. Cercas nos cuenta que expresó esta opinión en una reunión de amigos que tuvo lugar en casa de Mario Vargas Llosa cuando Cercas empezaba a pensar en la posibilidad de escribir un libro sobre Marco, varios años antes de empezar a hacerlo. Cuando Javier Cercas dijo que «todos somos un poco impostores», el escritor Ignacio Martínez de Pisón hizo un comentario demoledor: «Sí: sobre todo tú».

Para todos los que sabemos algo de su historia, Enric Marco es un impostor. Pero, ¿es verdad que todos somos unos impostores? ¿Es Javier Cercas el mayor de todos? Tras leer esta «novela sin ficción saturada de ficción», creo que la respuesta a las dos preguntas es afirmativa.

Todos, absolutamente todos, construimos nuestro pasado entretejiendo pequeñas verdades, ocultando otras, a veces no tan pequeñas, y adornándolas con pequeñas, o no tan pequeñas, mentiras. Es esta la manera que todos tenemos de poder seguir viviendo, porque el pasado suele ser prosaico, vulgar, lleno de fracasos y de indignidades. Por eso, todos somos un poco impostores. Enric Marco es en eso como todos nosotros, por eso dice Cercas que «el enigma de Marco es su absoluta normalidad», pero también «su excepcionalidad absoluta», ya que en esa construcción de su pasado sobrepasa los límites de lo tolerable, para falsificarlo deliberadamente con el fin de satisfacer un narcisismo que se revela patológico.

Como en tantas otras novelas suyas, en ésta Javier Cercas también habla de sí mismo, habla de literatura, habla de historia, habla de sus interrogantes, de sus dudas, de sus inquietudes, de su propia vida… Su estilo inconfundible nos lleva por caminos que parecen no conducir a ningún lado para obligarnos a retroceder pero también a regresar a ellos para comprobar que llevaban más allá de lo que pensábamos. Nos plantea preguntas para las que no hay respuestas y nos ofrece respuestas a preguntas que no se nos habían ocurrido.

No es la novela genial que, a mi parecer, fue Anatomía de un instante, porque no es capaz, como lo fue aquella, de hacernos vislumbrar puntos de vista inimaginables, de conciliar lo irreconciliable o de derrumbar certezas indestructibles.

Además de una reflexión sobre la impostura y sobre el narcisismo, esta novela es una reflexión sobre los usos del pasado y sobre la industrialización de la memoria y de la historia, dos cosas totalmente diferentes por otra parte. Pienso que Javier Cercas hace demasiados juicios de valor a partir de demasiados pocos elementos de juicio acerca de lo que es el pasado, la historia o la memoria. También creo que hace demasiados juicios de valor sobre determinados momentos históricos, sobre la situación y los conflictos de la CNT en los primeros años tras la muerte de Franco e incluso sobre la personalidad de Enric Marco.

Me cuesta entender que a alguien como Cercas que reivindica el papel del arte, de la literatura y de la historia como herramientas para comprender y no para explicar o justificar, que elabora toda una crítica de lo kitsch como «una falsificación del arte auténtico, o como mínimo su devaluación efectista», y como algo que deriva en «narraciones plagadas de emoción y golpes de efecto y énfasis melodramáticos, generosas en cursilería pero inmunes a las complejidades y ambigüedades de la realidad», tal como eran los relatos que construía Marco… me cuesta entender, de verdad, que le gusten «mucho» las películas de Bruce Willis en las que se salva el mundo salvando a los buenos y matando a los malos. ¿Es quizá esta confesión otra de las imposturas de Javier Cercas? ¿No será que el Cercas impostor es el que habla de literatura, de arte o de historia, el que critica los relatos «inmunes a las complejidades y ambigüedades de la realidad», o el que dice que «sabe que el pasado no pasa nunca, que es apenas una parte o una dimensión del presente y que ni siquiera es pasado» como dijo Faulkner y él mismo nos lo recuerda y nos lo repite una y otra vez a lo largo del libro? Quizá lo que ocurre es que Javier Cercas es como todos, contradictorio, y, también como casi todos, un pequeño impostor.

Cercas es un escritor de éxito. A pesar de ello, es un escritor cuyos libros me gusta leer y hasta releer. Es fácil encontrar gugleando montones de reseñas y críticas, casi siempre positivas y laudatorias de esta «novela sin ficción saturada de ficción». Por eso pongo a continuación el enlace a la reseña que hizo Sebastiaan Faber y la respuesta que dio a Faber Roberto Herrscher:

– Sebastiaan Faber, «Javier Cercas y El impostor, o el triunfo del kitsch»

– Roberto Herrscher, «El futuro del pasado y las mentiras de la verdad«

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