El vendedor de alfombras

18/11/2021 Comentarios desactivados en El vendedor de alfombras

Mariano Fortuny, «El venedor de tapissos» (Museo del Monasterio de Montserrat)

Un profesor norteamericano y su esposa cuentan que en un pueblo de Capadocia les salió al encuentro un joven educado. Aunque por sus maneras obsequiosas se dieron cuenta de que se trataba de un vendedor de alfombras, como estaban cansados, aceptaron beber un vaso de té en su tienda, conviniendo de antemano en que no iban a comprar. Permanecieron allí tres horas, compararon las costumbres de americanos y turcos, tocaron temas de historia y política, el joven hablaba un inglés excelente.

-Vivimos un grato momento -asegura el profesor-. Compramos dos alfombras preciosas y a un precio muy conveniente, una ganga.

En Dalyan la mochilera tiene oportunidad de hablar con uno de los numerosos vendedores de alfombras que pululan por cualquier lugar turístico. Es un experto en psicología y un estudioso de las culturas, sabe cómo reaccionan latinos y gringos, de qué forma abordar a un japonés, las diferencias entre un italiano y un francés.

-Cuando entran en mi tienda no me interesa mostrarles la mercadería. Los interrogo acerca de su trabajo, el hotel donde alojan, las ciudades que visitaron… hasta que me armo un mapa de su psicología, del dinero que poseen y el que están dispuestos a gastar. En la siguiente hora conduzco la conversación hacia la cultura e historia de Turquía, les relato la vida de las comunidades aisladas, la forma en que trabajan la lana, el origen de los diseños. Por su propia cuenta comienzan a mirar las alfombras. Como sé la cantidad de dinero que llevan encima, mi labor consiste en guiarlos hacia los tapices que están a su alcance. Si no compran, no hay problema: lo que aprendí me servirá para convencer a otros clientes. Sin salir del pueblo, conozco el mundo.

Al llegar a este punto el vendedor se ausenta. Para no aburrirse, revisa las alfombras colgadas en los muros.

-¿Te gusta alguna?

-Te advertí que no vine a comprar.

– Y no quiero venderte. Sólo por curiosidad, dime ¿cuánto pagarías por esa? -señala la alfombra que estuvo observando la turista.

Le da una cifra extraordinariamente baja.

-Eres una mujer inteligente, eso me gusta-. Y propone una cifra más alta.

Una hora después el vendedor se queda con sus antiinflamatorios, algunas liras turcas y sus zapatillas de lona. Ella recibe a cambio una pequeña alfombra y la sensación de haber desbancado al casino.

CYNTHIA RIMSKY, «Poste restante»

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