La fórmula secreta

16/11/2018 Comentarios desactivados en La fórmula secreta

La fórmula secreta (Rubén Gámez, 1965)

Juan Rulfo, «La fórmula secreta», en El gallo de oro y otros relatos.

 

Yo la única película que hice se llamó La Fórmula Secreta. Originalmente se llamaba Coca-Cola en la sangre, pero le quitaron ese título porque pensaron que nadie iba a verla. Es la historia de un hombre que le están inyectando Coca-Cola en lugar de suero y cuando empieza a perder el conocimiento siente unos chispazos de luz y la Coca-Cola le produce unos efectos horribles, y entonces tiene una serie de pesadillas y en algunas ocasiones habla contra todo. Esta película es una película ANTI. Es anti-yanqui, anti-clerical, anti-gobiernista, anti-todo… No la han dejado exhibir.

Juan Rulfo

La fórmula secreta

I

Ustedes dirán que es pura necedad la mía,
que es un desatino lamentarse de la suerte,
y cuantimás de esta tierra pasmada
donde nos olvidó el destino

La verdad es que cuesta trabajo
aclimatarse al hambre

Y aunque digan que el hambre
repartida entre muchos
toca a menos,
lo único cierto es que aquí
todos
estamos a medio morir
y no tenemos ni siquiera
dónde caernos muertos

Según parece
ya nos viene de a derecho la de malas.
Nada de que hay que echarle nudo ciego
a este asunto.
Nada de eso.
Desde que el mundo es mundo
hemos andado con el ombligo pegado al espinazo
y agarrándonos del viento con las uñas.

Se nos regatea hasta la sombra
y a pesar de todo
así seguimos:
medio aturdidos por el maldecido sol
que nos cunde a diario a despedazos,
siempre con la misma jeringa,
como si quisiera revivir más el rescoldo.
Aunque bien sabemos
que ni ardiendo en brasas
se nos prenderá la suerte.

Pero somos porfiados.
Tal vez esto tenga compostura.

El mundo está inundado de gente como nosotros,
de mucha gente como nosotros.
Y alguien tiene que oírnos,
alguien y algunos más,
aunque les revienten o reboten
nuestros gritos.

No es que seamos alzados,
ni le estamos pidiendo limosnas a la luna.
Ni está en nuestro camino buscar de prisa la covacha
o arrancar pa’l monte
cada que nos cuchilean los perros.

Alguien tendrá que oírnos

Cuando dejemos de gruñir como avispas en
enjambre,
o nos volvamos cola de remolino,
o cuando terminemos por escurrirnos sobre
la tierra
como un relámpago de muertos,
entonces
tal vez
nos llegue a todos
el remedio.

II

Cola de relámpago,
remolino de muertos.
Con el vuelo que llevan,
poco les durará el esfuerzo.
Tal vez acaben deshechos en espuma
o se los trague este aire lleno de cenizas.
Y hasta pueden perderse
yendo a tientas
entre la revuelta obscuridad.

Al fin al cabo ya son puro escombro.

El alma se la han de haber partido a golpes
de tanto potreones a la vida.
Puede que se acalambren entre las hebras
heladas de la noche,
o el miedo los liquide
borrándoles hasta el resuello.

San Mateo amaneció desde ayer
con la cara ensombrecida.
Ruega por nosotros.

Ánimas benditas del purgatorio.
Ruega por nosotros.

Tan alta que está la noche y ni con qué velarlos.
Ruega por nosotros.

Santo Dios, Santo Inmortal.
Ruega por nosotros.

Ya están todos medio pachiches de tanto que el sol
les ha sorbido el jugo.
Ruega por nosotros.

Santo san Antoñito.
Ruega por nosotros.

Atajo de malvados, punta de holgazanes.
Ruega por nosotros.

Sarta de bribones, retahíla de vagos.
Ruega por nosotros.

Cáfila de bandidos.
Ruega por nosotros.

Al menos éstos ya no vivirán calados por el hambre.

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