Asuero y Vasti

27/07/2018 Comentarios desactivados en Asuero y Vasti

La regina Vasti lascia il palazzo reale (Filippino Lippi, 1480)

Porque cuando las mujeres se enteren de lo que ha hecho la reina, despreciarán a sus maridos. (Ester, 1, 17)

 

«… aquel que tenía ojos para ver vio también allí, encajada junto a una puerta lateral, la grandeza que rodeaba a Botticelli, esto es, la grandeza de Filippino Lippi, el infravalorado, el genial, el inquieto, el vibrante, el explosivo, el protobarroco Lippi el Joven y de tal guisa la figura de Vashti rota por el dolor entraba definitivamente en ese misterioso reino que era mucho más misterioso que aquel otro donde la protagonista de la obra se desenvolvió en su tiempo, y en ese reino la figura atormentada por el sufrimiento y anímicamente destrozada sale por la Puerta Norte del palacio real o, mejor dicho, del castillo con forma de fuerte, se encuentra en una terraza que no conduce a ninguna parte, se detiene, y su belleza y su dolor, su radiante presencia y su desamparo formulan, por así decirlo, una pregunta al paisaje que se extiende ante el palacio, la pregunta de qué hacer con ella, con esa majestad reinante en su árido desierto, pero sólo formulan la pregunta porque no se precisa una respuesta, toda Susa calla, pues todo el mundo sabe lo que ocurrirá entonces ante el palacio, ya que no es el turno del destierro, el cual era, según la tradición de Mardoqueo, tan sólo la introducción a la sentencia, sino que aparecerá detrás de Vashti el brutal verdugo traído de Egipto, que la agarrará, la arrastrará de vuelta hasta el patio previsto para tal fin en el palacio y la ahogará en la legendaria ceniza, apretará con su diestra fuerte como un toro el cuello níveo y delicado hasta que el níveo y delicado cuello se rompa y las piernas que patalean  allá abajo concluyan su danza de la muerte y el cuerpo se desplome finalmente y quede extendido allí, definitivamente.»

László Krasznahorkai, Y Seiobo descendió a la Tierra, p. 50

 

La reina Vasti pagó con su vida la desobediencia a su marido, es decir, a su amo, para que sirviera como ejemplo a todas la mujeres, para que a todas ellas les quedara bien claro a quién debían obedecer. Así se explica en la Biblia, en el libro de Ester, la historia de la reina Vasti:

 

«-¿Qué sanción hay que imponer a la reina Vasti por no haber obedecido la orden del rey Asuero, transmitida por los eunucos?

Ante el rey y los grandes del reino respondió Memucán:

-La reina Vasti no sólo ha faltado al rey, sino a todos los gobernadores y a todos los súbditos que tiene el rey Asuero en las provincias. Porque cuando las mujeres se enteren de lo que ha hecho la reina, despreciarán a sus maridos. Dirán: ‘El rey Asuero mandó que se presentara la reina Vasti, y ella no fue’. Hoy mismo, las mujeres de los príncipes de Persia y Media que oigan lo de la reina, ¡cómo hablarán a sus maridos! Acabarán despreciándolos y riñendo. Si al rey le parece bien, publique un decreto real, que se incluirá en la legislación de Persia y Media con carácter irrevocable, prohibiendo que Vasti se presente al rey Asuero y otorgando el título de reina a otra mejor que ella. Cuando por todo el inmenso Imperio del rey oigan el decreto real, todas las mujeres honrarán a sus maridos, nobles o plebeyos.

El rey y los príncipes aprobaron la propuesta. El rey hizo lo que había sugerido Memucán: mandó cartas a todas las provincias del Imperio, a cada una en su escritura y a cada pueblo en su lengua, ordenando que fuese el marido quien mandase en casa.»

Ester, 1, 15-22

 

«I Quiz Biblici online, que elabora la página web La Nuova Via, presentó en 2006 el siguiente crucigrama a sus lectores, obligándolos a manifestar una postura muy rotunda en las siete letras que conforman la fila número 54 horizontal.»

László Krasznahorkai, Y Seiobo descendió a la Tierra, p. 21

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